domingo, 2 de septiembre de 2012

Una esquela en la prensa



(En recuerdo de Francisco Navarro Sánchez del Campo)

Oigo Pasión y, enseguida,
viene al recuerdo tu nombre.
Un rostro cercano, un hombre
que hizo de este amor su vida.
Hoy quisiera, en despedida,
preguntarte –ya lo ves-
si el rostro de Jesús es
igual de hermoso y sereno
que el de ese tu Nazareno
de Martínez Montañés.

5 comentarios:

  1. Muchas gracias, a mi padre, a tu amigo, le hubiera encantado.

    Juan Pablo Navarro

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  2. Querido Juan Pablo, tu comentario me emociona honda y profundamente. Siempre sentí el mayor afecto, agradecimiento y cariño por tu padre, tan inescindiblemente vinculado y unido siempre en mi recuerdo a la devoción por Jesús de Pasión, y he lamentado mucho su fallecimiento. Un fuerte abrazo para ti y toda la familia.

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  3. Gracias a ti, Enrique. Tus versos me recordaron al sermón que don Pedro, parroco de San Vicente, dio en nuestra casa la mañana siguiemte a su muerte antes de trasladarlo a la Caridad. Él recordaba como mi padre le contó como un día pudo abrazar a la imagen de Jesús de la Pasión y que sintió que era a Cristo al que abrazaba, y don Pedro se decía; ¡Mentira, Paco, mentira!!Es ahora cuendo lo estás viendo y abrazando¡ Me parece buena reflexión para una segunda estrofa.

    Un fuerte abrazo a ti, a tu padre y hermanas.

    Juan Pablo Navarro

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  4. Querido Juan Pablo, es verdad que a veces la belleza cercana que vemos y que amamos cotidianamente nos distrae de la Belleza más alta, y que mi recuerdo merecía una segunda estrofa

    Aun amando en tal manera
    al Jesús de la dulzura
    en la imagen y en la hechura
    de ese dios de la madera,
    la respuesta es la que era…
    Es Espíritu y Verdad,
    resplandor de claridad,
    absoluto Amor tan alto
    que va al cielo, con un salto,
    el alma a la eternidad.

    Tu padre sabía bien que tras ese rostro hay otro más hermoso, frente al que ya está cara a cara. Gracias por tu humanísima lección y un fuerte abrazo.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias, Enrique, por aceptar mi emvite. No sé que más admirar, si tu maestría o tu humildad.
      De cualquie modo, la lección, si así la llamas, es del buen don Pedro que no mía.

      Muchas gracias de nuevo

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